lunes, marzo 10, 2008

Rebeldía para cambiar al mundo

Antes he dicho que es necesario cambiar al mundo y lo sostengo, básicamente porque no estoy de acuerdo con la forma en que el mundo funciona (o no funciona) como está actualmente y creo fervientemente en que podemos tener un mundo mejor, donde con sólo algunos pequeños ajustes de actitud y perspectiva podemos, simplemente, ser más felices. Afortunadamente he encontrado muchas personas que opinan más o menos lo mismo que yo, aunque con diferentes matices.

Cambiar el mundo, sin embargo, no significa ni realizar actos que obren cambios cataclísmicos de un día para otro, ni mucho menos tratar de imponer la volutad propia sobre la ajena. Contrario a lo que piensen algunos, ningún ser humano es igual a otro: hay quienes son más inteligentes, más carismáticos o tienen más recursos o influencia que otros, y tomar esas ventajas para colocarse sobre otros y tratar de dirigirlos cual Mesías a lo que ellos consideran que es "lo correcto" es lo mismo que quitarles su capacidad de decidir por ellos mismos.

De la misma manera, tampoco se trata de patear el status quo sólo porque sí, por molestar o por denotar una "rebeldía" que más parecen fantasías adolecentes de poder. No, no, no... cambiar el mundo es realizar un acto de bondad aleatorio para beneficio de los demás en lugar de buscar el beneficio propio, es sacrificar un poco las ventajas y comodidades propias que damos por sentadas para que puedan a su vez tocar a otros.

Tristemente he tenido conversaciones con personas cercanas sobre este tema y al parecer sus buenas intenciones parecen terminar siempre en su propio enaltecimiento. No juzgo a nadie, no digo que estén "bien" o "mal", sencillamente creo que todas las decisiones tomadas bajo el paraguas del fanatismo y del enaltecimiento del ego no pueden acabar bien para nadie.

Cambiemos el mundo, para bien de todos, porque al final será para bien de nosotros mismos.