jueves, mayo 12, 2005

Visión de negocio

Hace algunas semanas escribí algo sobre los negocios changarro, esos negocios que se operan como si fueran puestos de revistas y que difícilmente llegan a alguna parte o producen algún beneficio real a sus dueños, a sus clientes o a la sociedad.

Puesto así suena realmente espantoso, sobre todo para todos los que hemos tenido/tenemos/pensamos tener un negocio propio y parecería que los empresarios de changarro a los que me refiero son personas lerdas y estúpidas, cuando la verdad es que no siempre es así -hay casos que en los que el paciente se perdió hace mucho tiempo, pero afortunadamente son los menos-.

¿Cuál es entonces el problema? ¿Por qué hay tanto changarrero entonces?

Principalmente hay dos problemas con el que todo microempresario se enfrenta: su propia educación y la falta de visión. Me explico:

El problema de la educación en nuestro país es muy grave: en la mayoría de las escuelas y casi todos los planes de estudio están diseñados para generar empleados, no empresarios. A todos desde la primaria se les enseña a obedecer, pero rara vez a dirigir, y como también escribí no hace mucho, en nuestro sistema educativo se castiga duramente a todo el que desea destacar. ¿Cómo entonces se podrán generar empresarios osados o arriesgados si nunca se les inculca la osadía? Y muchas personas malinterpretan estos términos y creen que ser corrupto, deshonesto o tranza es lo mismo que ser emprendedor, cuando en realidad es todo lo contrario.

Por otra parte, son raros los microempresarios que al poner su negocio cuentan con un plan de negocio claro, o lo resumen en un 'a ver si pega' o 'mientras salgamos tablas estamos bien', y viven al día esperando juntar lo suficiente para abrir el negocio el día siguiente.

¿Por qué estos empresarios no planean? No es muy difícil sentarse media hora frente a una hoja de papel y empezar a planear gastos presentes y futuros, dinero destinado a inversión del negocio para tener una idea clara de a dónde debe ir su empresa. Esas frases de 'con que salgan los sueldos' son realmente patéticas y solo sirven para ocultar el miedo al propio fracaso.

He conocido a personas con mucho entusiasmo y empuje, que están llenos de ilusiones y ganas de trabajar, pero que no realizan ninguna preparación para el negocio: no tienen idea de cuánto van a gastar en el negocio, ni de en cuánto tiempo la van a recuperar o si por lo menos la van a recuperar. Empresas que no están diseñadas desde su origen para crecer más allá de cierto punto y que, cuando tienen la oportunidad de hacerlo la tiran miserablemente por la borda.

Mi dulce esposa me contó alguna vez la historia del campesino y el constructor (que se supone que es una especie de fábula místico-esotérica): el campesino antes de empezar a sembrar debe preparar la tierra, planear que va a sembrar, conseguir buen grano y agua suficiente, y aún deberá trabajar mucho y por varios meses antes de ver frutos. Por el otro lado, el constructor solo empieza a apilar piedras y vigas para tener su torre lista lo antes posible. Entre más prisa tenga el constructor por terminar más rápido terminará su obra en el suelo, víctima de los descuidos de su creador. La diferencia entre los dos enfoques es el objetivo final: hacerlo rápido o hacerlo bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comko de costumbre genial el artículo Fate.

Saludos.