No quiero que suene este post a queja contra las librerías Gandhi -aunque en el fondo sí lo es- sino a otro punto que es algo más universal: el servicio a los clientes. En mis épocas de estudiante llegué a trabajar en una tienda de comics (cuentitos, pues) y cada sábado me tocaba entregar a uno que otro geek su pedido de la semana. Honestamente ha sido uno de los trabajos más satisfactorios en el sentido de que es posible hacerle el día a otra persona con solo entregarle lo que fue a buscar, esos cinco minutos de alegría ajena que dependen de solo hacer nuestro trabajo bien, con educación y con gusto.
En el caso de la gente de Gandhi entiendo que seguramente no durmieron con la venta nocturna, que estaban asolados por las legiones de fans-from-hell que demandaban su libro a gritos o incluso que estaban enfadados de tanto ruido, escándalo o lo que sea. Lo que no entiendo es como se puede tratar de una manera tan grosera a un cliente que se tomó la molestia de preordenar su libro con tiempo. ¿No se suponía que el chiste de preordenar era tener el libro antes, asegurado y con más facilidades? Peor aún, no entiendo a un dependiente que trate de manera grosera a un cliente que no le ha hecho nada, especialmente cuando tiene la oportundia de hacerle el día.
Vamos todos hemos estado en ambos lados del mostrador en un momento u otro de nuestra vida -y si no, deberían intentarlo- y debemos pensar en tratar a otros como nos gustaría que nos trataran a nosotros.
PD. ¡HP and the Deadly Hallows está increíble!
1 comentario:
Así es la gente, mano. :-P Pocas personas entienden lo que es ética de trabajo, así seas un empleado de mostrador, presidente de la república o freelance en turno. Un gusto re-encontrarme con tu blog.
Francisco.
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